Carlos Portillo
Se ha dictado sentencia de 38 años a Genaro García Luna por aliarse con el narcotráfico. Felipe Calderón afirma que no sabía nada, lo cual implicaría que en su llamada “guerra contra el narco” el crimen organizado se le pudo infiltrar directamente hasta el gabinete.
Incluso ahora, Felipe insiste en que la guerra y la sangre son el camino. Sin embargo, hasta en esa lógica le estalla en la cara este caso pues representa una derrota (de guerra) garrafal, por incompetencia. Si tu secretario de Seguridad Pública se pasa al bando contrario y como presidente no te das cuenta y dejas que corra la sangre y se caven las fosas, o eras cómplice, o eras tremendamente inepto.
¿En qué asuntos, si la guerra era su bandera de gobierno, estaba tan ocupado Felipe para no darse cuenta de las fechorías de Genaro? Quizá Iberdrola lo traía muy ocupado, desapareciendo a Luz y Fuerza del Centro, desmantelando a la CFE y abriéndole la puerta a la transnacional española para que se quedara con el mercado eléctrico. Como a Zedillo, con la empresa de ferrocarriles que lo contrató luego de que extinguiera el sector en el país y se los entregara, Iberdrola contrató a Felipe (y a su ex secretaria de Energía, Georgina Kessel) una vez salieron del gobierno.
Pobre Felipe, le vuelve a pasar lo del operativo Rápido y Furioso (cuando miles de armas cruzaron la frontera desde Estados Unidos y llegaron a manos del crimen organizado con total negligencia e impunidad): malo si lo sabía, peor si no lo sabía.
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